Esti, Liloye y Eihara

Al ver la posibilidad de hacer un voluntariado, teniendo en cuenta la labor previo de Euleuk en Senegal, decidimos sin duda participar en su proyecto. A pesar de ser nuestra primera vez, iniciamos el viaje con mucha ilusión. Hay que decir que, viendo desde aquí las imágenes del instagram, llevábamos una idea, pero a medida que pasaban los días, al entrar en contacto con ellos e incluso conocer más a fondo el entorno, enseguida nos dimos cuenta de que iba a ser algo más que un viaje. ¡Tenemos claro que es una experiencia que nunca olvidaremos!

Nada más llegar a Warang, con las maletas todavía con nosotros, Demba nos abrió las puertas de su casa y nos ofreció comida como si fuéramos uno más. Por eso nos quedamos boquiabiertas al ver su generosidad.

Creemos que no fuimos conscientes de lo que vivíamos hasta que llegamos a casa. De vuelta, nos costó una semana volver a nuestro día a día. Las conclusiones a las que hemos llegado tras el voluntariado son las siguientes: tener en cuenta lo realmente importante en la vida, poner en valor lo más pequeño, tener más material no es sinónimo de felicidad, el camino que queda para conseguir la igualdad de la mujer es largo y cómo son las diferencias impuestas por el lugar de nacimiento de cada uno.

Sabemos que su situación no se resolverá de golpe con nuestra presencia, sin embargo, hemos intentado participar y ayudar en todo lo que hemos podido. Por esta razón, la ayuda mínima también es muy significativa para que el proyecto prospere. Pensamos que es una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida. Sin haber terminado todavía allí nuestra experiencia, estábamos deseando volver a Senegal, y al llegar a Euskal Herria ese pensamiento no ha cambiado. Po ello, queremos agradecer a Euleuk y a otros miembros del grupo que han participado en el voluntariado la oportunidad de vivir esta experiencia.

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El viaje de Eneko